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Grupo Álava Ingenieros participa en un proyecto, HELICoID, que va a revolucionar el tratamiento de los tumores cerebrales
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En 2012, último año del que se conocen cifras oficiales, se diagnosticaron unos 14 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo, que ese año causó 8,2 millones de muertes. Los datos de incidencia del cáncer en España en 2012 eran de 215.534 casos y una cifra de 102.762 fallecimientos. Según los datos publicado por el Instituto Nacional de Estadística el 31 de enero de 2014, los tumores fueron la segunda causa de muerte entre los españoles, con una incidencia del 27,5% de fallecimientos. Las perspectivas en la evolución de esta enfermedad no son muy halagüeñas: la Organización Mundial de la Salud prevé que el número de nuevos casos de cáncer aumente en aproximadamente un 70% en los próximos 20 años, en gran medida, debido al envejecimiento de la población.
Y si hay un cáncer especialmente complicado de tratar es el tumor cerebral, que en nuestro país supone el 2% de los cánceres en adultos y hasta el 15% en los niños menores de 15 años. De hecho, este tipo de tumores son la segunda causa de fallecimiento en niños de 0 a 5 años, según datos de la Asociación de Afectados por Tumores Cerebrales en España.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los neurocirujanos en el quirófano al extirpar los tumores cerebrales es localizar con precisión el tejido tumoral. Dada su naturaleza altamente infiltrante, en muchas ocasiones, es prácticamente indistinguible del tejido sano.
Antes de intervenir, el neurocirujano dispone como información básica del paciente las “imágenes tomadas tanto por tomografía axial como por resonancia magnética nuclear, que pueden ser observadas en quirófano a través de neuronavegadores. Ya en quirófano podemos aplicar otras técnicas, como la inmunofluorescencia, que consiste en inyectar un contraste fluorescente que se concentra en los tumores, pero este sistema es invasivo y no todos los organismos lo pueden asimilar, especialmente niños y, además, no es eficaz para todo tipo de tumores”, explica el doctor Juan Francisco Piñeiro Martí, adjunto al servicio de Neurocirugía del Hospital Doctor Negrín y del Hospital Vithas Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria.
“Las imágenes que disponemos en el neuronavegador tienen un hándicap y es que son prequirúrgicas, es decir, están tomadas unos días -u horas- antes de entrar en quirófano. Pero en la mesa de operaciones, cuando abrimos el cráneo al paciente, la masa encefálica sufre desplazamientos, por lo que el neurocirujano ve in situ algo que no se corresponde con la imagen que proyecta el neuronavegador. Y la situación se complica aún mas cuando comenzamos a extraer tumor, ya que esos deplazamientos son aún mayores. Esta circunstancia se está tratando de evitar con las resonancias o escáneres intraoperatorios pero es un proceso muy caro y, además, implica parar la cirugía o desplazar al paciente, y eso no siempre es posible”, comenta el doctor Piñeiro...
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